Por MAR CANDELA | Corresponsal Colombia
¿Quién es Miuccia? la nieta más joven de Mario Prada, fundador de la casa Prada; de acuerdo al artículo Forbes.com’s The World’s Richest People 2001, ella y su esposo Patrizio Bertelli, tomaron el control de la empresa familiar Prada en 1978, desde entonces la han convertido en una “peso pesado” en la industria de la moda, tras adquirir las casas de Jil Sander, Helmut Lang y la zapatera Church & Co. Tiene un doctorado en ciencias políticas, tiene un hijo, Lorenzo Bertelli, que es piloto de rally y que ha competido en el campeonato mundial de rally de producción. Nacida como María Bianchi (Milán, 10 de mayo de 1949) es una empresaria y diseñadora de moda italiana, diseña para las casas de moda Prada y Miu Miu. Hay muchas razones para pensar que Miuccia tenía argumentos sólidos para decir que ser feminista de izquierda era incompatible con la moda y una de ellas evidentemente es el clasicismo que la moda mueve muchos aspectos, no obstante la moda es y ha sido siempre un lenguaje político estructural que libera o condena las almas.
A lo largo de la historia cientos de mujeres han hecho de la ropa un arma poderosísima contra un sistema que odia a las mujeres autónomas y decididas sobre y todos los aspectos de su vida, también han usado la moda como un lenguaje no verbal que comunica claramente sus posicionamientos, por ejemplo los bloomers (aquellos pantalones que portaban Amelia Bloomer y sus seguidoras para reivindicar sus derechos), las masculinización del atuendo de las garçonnes francesas o el curioso tándem entre el maquillaje excesivo, el pelo corto y la siluetas sin forma de las flappers de los años veinte. Ahí están las miles de imágenes históricas en todas las culturas que nos evidencian que la moda siempre ha sido usada por las mujeres para abrirse un espacio social, cultural y político.
Desde que Prada se convirtió en emblema mundial y la autoridad a la hora de marcar las tendencias globales, profesionales expertos como aficionados intentan descifrar si en su discurso indumentario sigue habiendo intenciones políticas en general y feministas en particular. La reflexión surge en sus desfiles la mayoría de veces, las relaciones entre la moda y el feminismo, además de complejas, siempre han sido contradictorias.
Las estrategias implícitas que asocian moda y liberación femenina no pueden ser de ninguna manera superfluas y cortas de visión sobre las diversas realidades de las mujeres. La moda como acto político es realmente poderoso, ya sea a la derecha o a la izquierda o sea una postura radical anti partidista; la moda si puede ser usada como reivindicatorio de los espacios de las mujeres y no solo de las mujeres. Tengamos presenta a Lagerfeld quien dijo en una entrevista con Harper’s Bazaar que “nunca sería feminista porque no era lo suficientemente feo”, dándole un portazo en la cara a cada persona que quisiera hacer de la moda su poder liberador porque según él, la moda no tiene que ver con una construcción si no con un estereotipo de belleza y le dio la gana estigmatizar a las feministas de feas, haciendo más difícil la idea de que la feminista puede ser un ser social activo dentro de la moda.
El diseñador o la diseñadora, que siempre ha vivido y ha querido vivir, en un mundo elitista y clasista absolutamente desconectado de la realidad, no puede ser feminista y me atrevería a decir que no puede ser humanista; quizá por eso la frase tan cruda de Miuccia. Seguramente la claridad mental sobre el hecho que lograr una moda que logre crear puentes entre todas las clases sociales y culturas es complicado y que la moda que invite a una comunidad a repensarse en su existencia, en su país, en el planeta y valorar cada “trapo” que puede usar. Es una moda que muy seguramente no produce dividendos y no abre espacios que ubique a personas sobre personas, si no que establece relaciones sociales de personas al lado de personas en igualdad absoluta y real aún es un reto humanitario.
Mujeres rebeldes, así nos llaman a las que hemos encontrado en la moda un arma, el performance desde la ropa es la cosa más poderosa para las mujeres que quieren desafiar lo establecido. Pueden decir lo que quieran de Coco Chanel, que incluso su moda es absolutamente fascista, cosa que yo también creo, nadie puede negar que fue una revolucionaria de tal calibre que, hasta el día de hoy, un siglo después, sus creaciones no pasan de moda. La revolución Coco Chanel es, sin duda, aun cuando ella no era feminista declarada, que sus “trapos” fueron absolutamente feministas. Un grito libertario para las mujeres de la época. Coco Chanel en cuanto a moda, es la más feminista que ha alumbrado la historia del vestir, creó un código de vestuario basado en la idea de la mujer activa en una época en la que la moda trataba a las mujeres como objetos decorativos y pasivos, las liberó del corsé, de los tacones, de los aparatosos sombreros y complementos. En su lugar creó trajes funcionales, bolsos cruzados que liberaban sus manos, pantalones, zapatos planos, diseños inspirados en la ropa de trabajo y toda una serie de elementos que chocaban frontalmente con la idea que la moda tenía de la mujer y que, en la actualidad, siguen siendo relevantes.
Creo que ya es hora de transcender a la idea de que para estar a la moda hay que tener clase, dinero y poder; de hecho es la era de acabar con el clasismo, el concepto de poder heredado y la idolatría al dinero, ver la relación con el poder para el servicio social, determinar que no existe clase si no personas vivas con iguales posibilidades y sobre todo hacer del dinero un medio para dar y recibir amor y no un fin y objetivo para atesorar mezquinamente pertenencias. La moda tiene que dar un salto poderoso a la conciencia, yo creo que si se puede si decidimos vestirnos para comunicar alegría, amor y solidaridad y sobretodo conciencia.